La primera predicción de su muerte expiatoria (Mateo 16:21-23)



“Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”.
Mateo 16:21-23

Introducción


               Muchos han llegado a considerar el versículo 21 de este capítulo como la referencia para marcar la tercera sección en la que se divide este evangelio, y se divide a partir de las palabras: Desde entonces. La primera sección de Mateo nos narra el nacimiento de Jesús y su infancia, su bautismo y tentación en el desierto, así como el ministerio de Juan el bautista, y esta termina  en el capítulo cuatro, donde aparece por primera vez esta frase, que dice: “Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: ¡Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado!” (Mateo 4:17), esto marca un punto de cambio en el argumento y la presentación de este libro y nos introduce a la segunda sección que nos muestra el ministerio de Jesús. Luego hallamos una frase parecida que aparece en el capítulo 16, que introduce la tercera sección, en la que leemos (versículo 21): “Desde entonces, Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que le era preciso ir a Jerusalén y padecer mucho de parte de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día”. Esta es la primera mención que se hace en Mateo de la crucifixión y nos introduce a la tercera y última sección de este evangelio donde se nos muestra los últimos días de ministerio de Jesús y su camino a su muerte y resurrección. Hoy iniciamos esta sección.

su-muerte
La primera predicción de su muerte expiatoria


La primera predicción de su muerte y resurrección


“Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día”.
Mateo 16:21

               Ya anteriormente Jesús había estado a solas con sus discípulos donde se había hecho presentar como el Cristo e Hijo de Dios a través de la declaración de Pedro, ahora era necesario que sus discípulos comprendieran cuál era la misión que este Mesías tenía y por ello dice: Desde entonces, Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que le era preciso ir a Jerusalén y padecer mucho de parte de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día. Esta es la primera declaración que Jesús hace en cuanto a su misión en esta tierra de morir y resucitar lo cual era muy importante que sus discípulos comprendieran porque no se tenía una clara comprensión de la misión del Mesías en esta tierra. Los Judíos no comprendían claramente la misión del Mesías, ya que ellos creían que al venir traería la paz a todo Israel liberándolos de la opresión enemiga y por esto ellos a lo mejor esperaban un Mesías que usará la espada y los dirigiera a la batalla como un David, y no un Mesías como Jesús que hablaba del amor y perdón de pecados. El problema con esto estaba en la interpretación de las profecías que hablaban del ungido de Jehová que castigaría a los malos y establecería su reino en esta tierra: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos,  a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro (Isaías 61:1-2). De acuerdo a Isaías el Mesías no solo traería alivio a los afligidos y libertad a los cautivos, sino también el día de venganza de Dios, por ello los judíos esperaban que los liderara a la libertad del imperio romano y todos sus opresores a través de la guerra. El problema era conciliar otros pasajes de las Escrituras donde hablaban de un Mesías sufriente: “¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, más sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca”, (Isaías 53:1-9). Por un lado el profeta Isaías nos describe a un Mesías victorioso que traería el día de la venganza de Jehová y establecería un reino perpetuo; pero por otro se nos dice que sería herido por nuestras rebeliones. ¿Cómo armonizar estas profecías? A los judíos les costaba entender esto. Gracias a Dios hoy nosotros los cristianos entendemos esto gracias a la iluminación del Espíritu Santo, ya que sabemos que el Señor Jesús tendrá dos venidas, la primera es cuando vino como siervo a morir por nuestros pecados para redimir a todo aquel que crea en Él, y así se cumplen todas las profecías tocantes al Mesías sufriente; pero también sabemos que habrá una segunda venida, donde vendrá como conquistador a destruir a todos sus enemigo y establecer su reino de mil años, cumpliéndose en este momento todas las profecías que nos hablan del Mesías conquistador. Este fenómeno de no comprender al principio las profecías pero irlas comprendiendo poco a poco con el tiempo se conoce en teología como revelación progresiva, ya que durante años las profecías relacionadas con el ministerio del Mesías no se comprendían, pero después de la resurrección de Jesús todo le fue claro a su iglesia. Otro ejemplo de este es la doctrina del rapto de la iglesia, la cual difícilmente se encuentra una referencia clara en los evangelios, aunque vemos indicios de ello, pero posteriormente Pablo recibió la revelación completa de este glorioso acontecimiento y lo enseño. O de igual forma, la doctrina de la salvación por gracia, y sin las obras de la ley de Moisés fue un concepto comprendido y enseñado exclusivamente por Pablo, algo que la iglesia judía le costaba entender a tal punto que realizaron un concilio para determinar si los gentiles que habían obedecido a la fe debían o no observar la ley: “Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión”, (Hechos 15:1-2). De esta forma, las revelaciones de Dios han venido entendiéndose conforme el tiempo ha pasado, y muchas cosas que antes habían estado ocultas al entendimiento humano, hoy en día gracias a Dios las podemos comprender con ayuda de su santo Espíritu: “El misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”, (Colosenses 1:26-27).

              Ahora bien, Mateo dice que a partir de este momento comenzó a decir: que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día, lo cual determina lo principal de su ministerio. Aquí está la misión principal de Jesús, morir pero resucitar al tercer día, y esto constituye el fundamento de toda nuestra fe, el hecho de que gracias a su sacrificio hoy todos nosotros que creemos en Él podemos ser salvos de la ira venidera, salvos de nuestros pecados y herederos de la vida eterna, por ello, la iglesia se ha dedicado a predicar este glorioso mensaje a través de los tiempos: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras;  y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”, (1 Corintios 15:3-4). A partir de este momento Jesús comienza a preparar a sus discípulos para que ellos llegaran a convertirse en los precursores de este glorioso mensaje.

La reprensión hacia Pedro


“Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”.
Mateo 16:22-23

               Después de hablarles estas palabras a sus discípulos, Pedro decidió tomar aparte a Jesús y reprenderlo para que tal cosa no le aconteciera: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Una vez vemos el carácter impulsivo de Pedro, ya anteriormente había hecho una declaración importante donde Jesús lo había elogiado al decirle que Él era el Cristo el hijo del Dios viviente, pero ahora, después de tal cosa parece que no comprende la importancia espiritual que tenía la misión de Jesús y decide decirle que no vaya a la muerte sino que busque otra forma de cumplir su misión, sin embargo, aunque tal vez sus intenciones eran buenas y desprendidas de un corazón que amaba a su Señor y no quería que nadie lo lastimara, sus intenciones no estaban en armonía con la voluntad de Dios y por ello le dijo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. La reprensión de Jesús es fuerte, pero pareciera que lo que hace es reprender más al espíritu maligno que estaba influenciando a Pedro a decir estas palabras que al mismo Pedro. Por otro lado, esto no significa que Pedro estaba poseído ya que él estaba protegido por la presencia de Dios, sin embargo, el enemigo es astuto para influenciar con ideas y tentaciones la vida de los creyentes, y así había hecho con Pedro porque quería evitar que a toda costa Jesús se desviara de su camino. Si consideramos en el griego las palabras de Jesús: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!, encontramos que dice jupágo opíso moú satanás  (ὑπάγω ὀπίσω μοῦ Σατανᾶς), que literalmente significa: ponte atrás de mí Satanás. El atrevimiento de Pedro fue el querer ir delante de su Maestro y querer decirle que estaba equivocado, pero no se dio cuenta que no estaba viendo las cosas desde el punto de vista de Dios y que se había dejado engañar del enemigo, por eso lo mejor para todos es tener en cuenta siempre la voluntad de Dios, conocer su palabra y permitir que nuestro Señor este delante de nosotros en toda nuestra vida, porque nosotros somos sus seguidores y no Él de nosotros. Este principio es clave en la vida si queremos llegar a ser exitosos y salvos de nuestros pecados, debemos obedecer su palabra y seguir todas sus enseñanzas y nunca creer que podemos contradecirlo y tomar mejores decisiones porque si lo hacemos iremos rumbo al fracaso.


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